El 9 de enero, 1999, falleció el doctor Carlos Enrique Escobar R. Su muerte repentina nos ha dejado sumidos en profunda tristeza. Sus familiares, amigos, alumnos y colegas no salimos del estupor que nos produjo la noticia de su deceso. Las palabras son pocas para describir la personalidad y la labor de tan eminente médico. Era un ser extraordinario, dotado de una inteligencia superior, que dedicó su vida a la investigación y a la enseñanza de la dermatología, labor que ejerció en forma inigualable desde la Universidad del Valle y el Centro Médico Imbanaco. Su partida deja un profundo vacío, pues la dermatología colombiana ha perdido uno de sus maestros más polifacéticos. El 3 de diciembre de 1998, la Sociedad Colombiana de Dermatología, Capítulo del Valle, le otorgó la medalla "Excelencia en Dermatología." Aunque su cuerpo se ha ido, él vive en espíritu en cada una de las personas que lo amábamos y admirábamos. Nos quedan sus enseñanzas y memorias que continuarán iluminando nuestro camino. Por este motivo se leyeron las siguientes palabras para rendirle un pequeño homenaje, que procuraba retratar su personalidad y transcendencia.
DOCTOR CARLOS ENRIQUE ESCOBAR R.
Nuestro tío Carlitos, como en el secreto cariñoso de la clandestinidad lo llamamos, y digo nuestro, porque así lo sentimos sus alumnos, porque nos hace sentirlo cerca. Es usted sabio consejero al que acudimos siempre.
El hombre del conocimiento científico lo transmite por todos sus poros, contagiándonos su avidez por el saber y el deseo de aprender. El hombre de la cultura: García Márquez, Asimov, los aztecas, los aviones de guerra, curiosidades, historias, se transforman en fascinantes aventuras, al escuchar sus palabras. El hombre de la sensibilidad. Lo emociona escuchar desde los clásicos hasta Ottman Liebert. El hombre del apunte ingenioso, la palabra precisa, en el momento exacto. El hombre de la crítica constructiva, con ella estructura nuestras ideas y pensamientos para desarrollar proyectos. El hombre de la fotografía. A través de sus ojos y su paciencia, han pasado generaciones de dermatólogos ávidos de aprender el lenguaje del color impreso. El hombre de la tecnología, de lo nuevo, del computador. Era ya un experto en esas artes, cuando nosotros apenas nos iniciábamos en ellas. El hombre de la pluma. Convierte en magia las palabras cuando de escribir se trata.
Es usted un ser lleno de luz, que irradia a su alrededor de una manera muy suya, muy peculiar, torrentes de sabiduría. Nos inclinamos ante sus conocimientos, su ingenio y su amor a la vida y a la ciencia. Tenemos con usted una deuda de gratitud. Porque forma parte de cada una de las historias personales de sus alumnos y de esta manera ha trascendido a la historia como formador de generaciones de dermatólogos que a su vez han de transmitir conocimientos para perpetuar la cadena del saber.
Adriana Arrunátegui R., M.D.
Colombia Médica expresa a su esposa y demás familiares sus sentimientos de solidaridad ante la desaparición del investigador, el profesor y el amigo.