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Carlos Restrepo fue el primer profesor de Patología y un miembro ilustre del grupo de pioneros que fundaron la Facultad de Medicina de la Universidad del Valle. Estos pioneros convergieron en Cali en la década de 1950, en posesión de un espíritu renovador y creativo que emprendió con mucho éxito la labor de cambiar la cultura académica del Valle del Cauca. Ellos encontraron una sociedad apacible, que disfrutaba de la generosidad de su entorno, sin deseos de romper las tradiciones centenarias de estilo de vida sencillo y satisfecho. Cuando los hijos tenían el deseo y la capacidad de seguir estudios universitarios, especialmente en el área de la medicina, la familia los enviaba a climas menos cálidos, que supuestamente favorecían la función cerebral y la acumulación de conocimientos. Los pioneros de la educación médica en el Valle del Cauca, en buena parte reclutados en universidades nacionales y extranjeras, sabían muy bien que el ambiente vallecaucano no impide una formación universitaria de primera clase.

Carlos Restrepo era prototipo del espíritu de cambio y formación intelectual de las nuevas generaciones. Lo manifestaba de múltiples maneras, en buena parte con su genio alegre, extrovertido, optimista, de risa fácil y contagiosa. Pero esta fase amable de su personalidad no ocultaba su tarea formativa; exigía de sus discípulos dedicación y trabajo duro, con fidelidad expresados en memorables caricaturas que exageraban su genio ocasionalmente explosivo.

El grupo de pioneros se enfocó con un espíritu de total entrega (tiempo completo y dedicación exclusiva) y organizó la nueva Facultad en bien definidos y estructurados departamentos: Anatomía, Bioquímica, Fisiología, Farmacología, Patología, Medicina Interna, Cirugía, Obstetricia y Ginecología, Psiquiatría y Medicina Preventiva. Los departamentos integraron sus funciones primordiales en la enseñanza, la investigación y el servicio a la comunidad. El centro asistencial primario de la Facultad fue el Hospital Universitario del Valle «Evaristo García». El grupo convocó el primer Seminario de Educación Médica en diciembre de 1955, al cual asistieron representantes de las doce facultades de medicina que existían en Colombia. El impacto de dicho seminario en la educación médica de Colombia es innegable y muy positivo.

Carlos Restrepo impuso desde el comienzo una técnica didáctica en la cual las clases teóricas se complementaban en sesiones prácticas con especímenes macro y microscópicos, y en ellas había estrecha interacción entre estudiantes y docentes y también entre los mismos docentes. Los estudiantes participaban activamente en los estudios macro y microscópicos de las autopsias. Carlos inició la tradición de las Conferencias de Patología Clínica (CPCs), en las cuales había amplia participación de patólogos, clínicos y docentes para discutir los casos más notorios e importantes y controvertidos que llegaban a la autopsia. Era un ejercicio didáctico de primera categoría. Asimismo llevó a cabo investigaciones sobre arteriosclerosis que caracterizaron e hicieron comparaciones sobre la extensión de las lesiones en la aorta y las coronarias, en aquel entonces menor que lo observado en los EUA pero semejante a otras poblaciones de América Latina. También investigó la agregación familiar del síndrome de poliposis juvenil del intestino grueso.

Además de la enseñanza a los estudiantes de medicina, Carlos Restrepo tomaba con gran seriedad el ejercicio de la medicina en el área del diagnóstico patológico. Su sobresaliente posición como experto patólogo quirúrgico le mereció el respeto y la admiración de sus colegas. Su legendaria pericia diagnóstica fue el fruto de una inteligencia superior que tuvo la suerte de contar con la influencia de maestros de la talla de Alfredo Correa Henao y Lawrence Ackerman. Su generosidad nata lo llevo a compartir su acumen médico y humanístico con estudiantes de las Universidades del Valle, Cauca y Antioquia y finalmente en Louisina State University en Nueva Orleans, EUA. Además fue expositor connotado en las principales universidades colombianas donde su carácter de experto y su sapiencia lo hacía sobresalir en la comunidad científica.
En Carlos Restrepo hemos perdido no sólo un amigo entrañable, sino también un baluarte de la honestidad, la franqueza y la sabiduría, que caracterizan al VERDADERO MAESTRO.
Correa, P. (2009). Carlos Restrepo. Un verdadero Maestro. Colombia Medica, 40(2), 235–236. https://doi.org/10.25100/cm.v40i2.649

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